Saludos Helga y
gracias por tu convocatoria.
Escribo por muchas
razones: me gustan las palabras…también los relatos. Valoro las vidas de otros…
admiro sus luchas y las huellas que dejan.
Me conmueve la
tenacidad de muchas mujeres para afrontar
la vida propia y para apoyar la de otras que sufren. Me alienta la solidaridad
de los pueblos que acogen sin reservas a quienes llegan…me ilusionan los viajes
y los mundos nuevos…en fin…cada vida es Itaca y es mejor que sea intensa.
Hoy escribo por una razón íntima que he procesado por
años, intentando ser discreta más allá del ámbito familiar y del círculo
fraterno de los amigos. Pero con tu invitación Helga, el murmullo del sentimiento
se agigantó y venció las reservas, para dejar indicios de una historia.
Escribo para
hacer un homenaje a una mujer, que se fue de mi lado siendo aún joven, pero
plena de sueños que no era fácil perseguir en Colombia por la irrupción de la
fuerza bruta en todos los espacios. Ella anhelaba recrear los dramas
humanos en un escenario, con los textos de
los grandes de la escritura. Y siempre encontró la mano amiga que acogió,
orientó y acompañó. Con mucha constancia lo fue consiguiendo y un buen día
pudimos asistir a su primera graduación. En la oscuridad de la sala, el
espíritu que nos anima vibró de felicidad… tan intensa como cuando por primera
vez llegó a mi vida. Ya para entonces, anudaba su futuro a la de un hombre
amoroso que acepté como otro hijo y que ha estado siempre ahí, inmenso, sólido,
visionario y detrás de él una familia que forma parte de mis afectos más
profundos.
Pero un buen día la adversidad nos sacudió. La lastimó
y puso en riesgo todos los horizontes. En ese momento mi dulce niña, dio paso a
una mujer guerrera que con el apoyo de seres maravillosos, dio la batalla. Se
revistió con las armaduras que defienden la vida, el amor, la promesa de un
arco iris. Cinco años de entereza a pesar del dolor, de esa soledad inmensa que
produce el riesgo de partir, incluso del error humano que agiganta la
laceración innecesaria. Y allí estábamos para respirar a su lado. Y venció como
muchas mujeres.
El viaje conjunto nos ha proporcionado la sabiduría de
esperar lo inesperado.
Y ahora, la felicidad de los instantes que tienen
repercusiones infinitas, nos embarga. Pese a los pronósticos iniciales, gracias
a la ciencia y a la sabiduría de Laura y
de otros de su rango, espera ser madre.
Empiezo a hilvanar palabras para mi nieta o mi nieto…Soy
una futura abuela orgullosa de las olas embravecidas que han vencido mis hijos.
2 comentarios:
Es mi preferida hasta el momento! Gracias por compartirla y a Helga por recopilar estas historias.
Es una carta conmovedora, perfectamente escrita. Magistral.
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