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lunes, 28 de enero de 2013

Anita sonríe desde allá... (Un homenaje)


Saludos Helga y gracias por tu convocatoria.

Escribo por muchas razones: me gustan las palabras…también los relatos. Valoro las vidas de otros… admiro sus luchas y las huellas que dejan.
Me conmueve la tenacidad de muchas  mujeres para afrontar la vida propia y para apoyar la de otras que sufren. Me alienta la solidaridad de los pueblos que acogen sin reservas a quienes llegan…me ilusionan los viajes y los mundos nuevos…en fin…cada vida es Itaca y es mejor que sea intensa.

Hoy escribo por una razón íntima que he procesado por años, intentando ser discreta más allá del ámbito familiar y del círculo fraterno de los amigos. Pero con tu invitación Helga, el murmullo del sentimiento se agigantó y venció las reservas, para dejar indicios de una historia.

 Escribo para hacer un homenaje a una mujer, que se fue de mi lado siendo aún joven, pero plena de sueños que no era fácil perseguir en Colombia por la irrupción de la fuerza bruta en todos los espacios. Ella anhelaba recrear los dramas humanos  en un escenario, con los textos de los grandes de la escritura. Y siempre encontró la mano amiga que acogió, orientó y acompañó. Con mucha constancia lo fue consiguiendo y un buen día pudimos asistir a su primera graduación. En la oscuridad de la sala, el espíritu que nos anima vibró de felicidad… tan intensa como cuando por primera vez llegó a mi vida. Ya para entonces, anudaba su futuro a la de un hombre amoroso que acepté como otro hijo y que ha estado siempre ahí, inmenso, sólido, visionario y detrás de él una familia que forma parte de mis afectos más profundos.

Pero un buen día la adversidad nos sacudió. La lastimó y puso en riesgo todos los horizontes. En ese momento mi dulce niña, dio paso a una mujer guerrera que con el apoyo de seres maravillosos, dio la batalla. Se revistió con las armaduras que defienden la vida, el amor, la promesa de un arco iris. Cinco años de entereza a pesar del dolor, de esa soledad inmensa que produce el riesgo de partir, incluso del error humano que agiganta la laceración innecesaria. Y allí estábamos para respirar a su lado. Y venció como muchas mujeres.

El viaje conjunto nos ha proporcionado la sabiduría de esperar lo inesperado.

Y ahora, la felicidad de los instantes que tienen repercusiones infinitas, nos embarga. Pese a los pronósticos iniciales, gracias a la ciencia y a la sabiduría de Laura  y de otros de su rango, espera ser madre.

Empiezo a hilvanar palabras para mi nieta o mi nieto…Soy una futura abuela orgullosa de las olas embravecidas que han vencido mis  hijos.

2 comentarios:

Julia dijo...

Es mi preferida hasta el momento! Gracias por compartirla y a Helga por recopilar estas historias.

Marlene dijo...

Es una carta conmovedora, perfectamente escrita. Magistral.